Mientras menos cholos e indios nazcan,
mejor para blancos y mestizos dominantes
TESTIMONIO
DE MUJERES SHIPIBAS Y QUECHUAS
LA REPUBLICA: Melissa
Goytizolo. 14FEB17
En carne propia.
Con el propósito de colaborar con el Ministerio Público en busca de víctimas de
las ligaduras de trompas compulsivas durante el gobierno de Alberto
Fujimori, La República recogió declaraciones de víctimas en Ucayali y el Cusco.
Las entrevistadas coinciden en que fueron operadas sin su consentimiento.
Los que diseñaron las
esterilizaciones forzadas durante el gobierno de Alberto Fujimori pusieron
especial énfasis en las mujeres indígenas, tanto de la Amazonía como de los
Andes. Eran un blanco fácil porque la mayoría no sabía ni leer ni escribir y
entendían poco o nada el español.
Tres veces el Ministerio
Público ha archivado este caso bajo el argumento de que no obtuvo pruebas
del abuso cometido contra miles de mujeres entre 1996 y 2000. Los archivó sin
ni siquiera haber recogido, por ejemplo, el testimonio de las madres
shipibo-conibo, una de las comunidades más afectadas por las
ligaduras de trompas sin el consentimiento de las mujeres indígenas.
La República viajó
a comunidades shipibo-conibo de Ucayali, así como a centros poblados quechuas
en el Cusco, donde cuadrillas del Ministerio de Salud incursionaron en busca de
mujeres a las que mediante engaños, en unos casos, y bajo amedrentamiento, en
otros, sometieron a prácticas de esterilización.
El propósito de este
reportaje de investigación es documentar testimonios de mujeres indígenas que
fueron víctimas del programa compulsivo de control de natalidad que ejecutó el
gobierno de Fujimori.
En los distritos de
Iparía y Masisea, a ocho horas aproximadamente en bote de la ciudad de
Pucallpa, mujeres de la etnia shipibo-conibo fueron registradas en listas para
efectuarse chequeos médicos o recoger vitaminas. Pero en realidad
eran relaciones de mujeres para esterilizarlas.
Entrevistamos a mujeres
esterilizadas sin su consentimiento en el Centro de Salud Masisea y en el
Centro de Salud Iparía.
Listas de engaño
La shipiba Virginia
Vásquez Mejías conversaba con su esposo en su casa, en la tranquila comunidad
de Caimito (distrito Masisea, provincia Coronel Portillo, Ucayali), cuando
tocaron su puerta enfermeros del Centro de Salud Masisea.
“Se veían confiables”, relató
Virginia Vásquez. La apuntaron en la lista del centro de salud para
supuestamente realizarle un chequeo médico y luego darle medicinas gratis.
“De mi lista de cinco
señoras se escapó una... Llamaron a una, a ella primero se lo hicieron, y de allí
a otra. Otra también. Y yo he sido la última. Vi que todas estaban como
muertas, pálidas. Quería escapar, pero no sabía cómo. Me pusieron una inyección
parada (anestesia), me echaron en la camilla, yo decía que no quería, me
resistí como tres veces. Me jalaron los brazos para que me echara, no
quería eso para mí”, dijo Virginia Vásquez.
Algo similar le ocurrió a
la shipiba Dina Pangosa Vásquez. Enfermeros del puesto de salud Santa Rosa,
cercano a la comunidad Vista Alegre de Pashitea (distrito Masisea), la llevaron
con engaños al centro de salud para ligarle las trompas. “Me dijeron que vaya
con ellos para consulta médica y chequeos, que a las interesadas nos pondrían
en su lista…Nos subieron a un bote con ellos y navegamos por el río Pashitea.
En mi grupo de señoras éramos dos shipibas, el resto eran mestizas”, narró Dina
Pangosa.
En el centro de salud los
enfermeros sacaron una lista, y las empezaron a llamar una a una por su nombre
para que pasen a una sala.
“Me dijeron que me echara
en la camilla, yo pensé que era para la consulta. Me pusieron
una inyección (anestesia) sin decirme nada... Nadie me explicó lo que me iban a
hacer. Empecé a sentirme adormecida”, dijo.
Luego de la operación
Dina Pangosa no podía caminar por el dolor, no sabía por qué tenía un corte. Un
enfermero le dijo con mucha calma que la habían ligado para que no tuviera más
hijos y que se cuidara bien para asegurar el éxito de la operación.
En el centro de salud
Iparía, ubicado a cuatro horas del centro de salud Masisea, el modus operandi fue
exactamente el mismo.
Noemí Franco Zumaeta
vivía en la comunidad de Samaria, en Iparía, cuando enfermeras del puesto de
salud de Galilea llamaron por segunda vez a su puerta.
Le mintieron al
explicarle sobre qué era una ligadura. Solo le dijeron que era un nuevo método
muy efectivo para cuidarse, no le dijeron que la cortarían ni que jamás
volvería a tener hijos. Aun así, Noemí Franco se rehusaba.
“Me decían que tenía que
ir porque ya estaba en la lista para ligaduras del Centro de Salud Iparía…En la
sala yo decía que no quería, el doctor me agarró de los dos brazos, y otro me
puso una inyección. Yo quería tener más hijos, también quería planificar pero
de otra forma, nunca me informaron de otros métodos”.
La shipiba Lucila Sánchez
Romayna también fue engañada en este lugar. “La enfermera Nancy, de la posta de
Belén, me dijo que bajara al Centro de Salud Iparía para hacerle chequeos a mi
bebé y para recoger medicinas… Le creí, subimos ese mismo día que di a luz al
deslizador hasta llegar a Iparía. De ahí tuvimos que caminar como tres horas
hasta el centro de salud, yo cargaba a mi bebé, me sentía mal, nadie me
ayudaba. Me llamaron con una lista para que entre a una sala, yo no entendía
para qué iba a meterme ahí, pero aun así no me imaginaba que me fueran a hacer
algo malo. Me agarraron de los brazos como si fuese una animal, sin ninguna
explicación, y me pusieron una inyección”, refirió.
Cuando Lucila Sánchez
despertó no entendía por qué tenía un corte en el vientre. Nadie le dio
respuesta. Caminó hasta el puerto de Iparía con dolor y sed. Recién
cuando llegó a su comunidad de Belén se enteró de que la habían ligado.
Firma no más
La República entrevistó,
en los distritos de Huancarani, Colquepata, Anta y Maras, entre tres y cinco
horas de la ciudad del Cusco, a mujeres cusqueñas que fueron forzadas a firmar
una autorización para ligarse bajo amenazas y hostigamiento. Otras
veces aprovechándose de que no sabían leer.
Ernestina Mamani Quispe,
residente de la comunidad de Patacancha, distrito Huancarani, provincia
Paucartambo, recordó que estaba sembrando papa cuando las enfermeras del centro
de salud Huancarani fueron a acosarla una vez más para que se ligara. Esta vez
la metieron a la fuerza a una ambulancia rumbo al Hospital de Paucartambo. “Me
dieron un papel para firmar, estaba llorando, no sé leer, seguía llorando y no
sabía qué decía ese papel. Firma, firma, me decían, no tenía juicio para saber
lo que estaba haciendo, me obligaron a firmar y yo sin conocimiento lo
hice”, narró.
Las enfermeras la cambiaron
de ropa, la subieron a la camilla, le aplastaron con su rodilla el vientre para
que dejara de moverse, la anestesiaron, la esterilizaron para siempre.
Ernestina Mamani recién reaccionó cuando llegó a su casa.
Damiana Huallpayunca
Quispe, natural de Mahuaypampa, distrito de Maras, provincia de Urubamba,
contaba con 39 años y rechazó la esterilización desde un inicio. Pero la
amenazaron a ella y su esposo, y así fue obligada a ligarse. Después de
alumbrar a un niño en el hospital Antonio Lorena, en la ciudad del Cusco,
inmediatamente las enfermeras la rodearon exigiéndole que se esterilice. “Si no
dejas que le hagamos la ligadura a tu esposa, la guardia vendrá y los llevará”,
le dijeron. Así, chantajearon y obligaron a su esposo a firmar un papel para esterilizarla.
“Me amarraron mis manos,
me inyectaron, y empecé a quedarme como muerta”, relató Damiana
Huallpayunca.
A Rudesinda Quillahuamán
Almanza, natural del distrito de Anta, provincia de Paucartambo, le ocurrió lo
mismo a sus cortos 24 años. Su esposo fue chantajeado por personal del centro
de salud de Anta, para rubricar un papel que supuestamente autorizaba
que la ligaran.
“Me asusté cuando nos
dijeron que la policía nos iba a llevar. A mi esposo le han hecho firmar un
papel con esas amenazas. También le dijeron que si no firmaba a él lo
esterilizarían. Como si fuera un trapo me han botado encima de la cama, me
amarraron las manos, me pusieron la anestesia, pero no me he agarrado bien.
Grité porque me dolía, me han puesto más anestesia, y de ahí ya no recuerdo
más”, testimonió.
Benedicta Nina Mamani, de
la comunidad Pumapaccha, distrito de Colquepata, provincia de Paucartambo,
también tenía 24 años cuando la "cortaron", como ella
misma manifestó. Le dijeron que fuera a la posta de Viscochone, en el distrito
de Colquepata, porque había vacunas para su niño. Luego la trasladaron a la
posta de Colquepata con el mismo cuento, no sin antes decirle las enfermeras:
"Ustedes están pariendo como cuy, como chivos”. En la posta la obligaron a
dejar su huella digital en un papel sin decirle que se trataba de una
autorización para esterilizarse. “La enfermera me hizo poner mi huella en un
papel. No me ha dicho nada…Yo puse mi huella porque cuando nosotras bajamos
para las vacunas de nuestros hijos nos hacen poner huella, yo puse entonces no
más mi huella donde ella me dijo”. La esterilizaron sin que nadie le explicara
nada.
Valentina Huisa Condori
también fue obligada a firmar un papel sin saber para qué era realmente, pues
el papel estaba en español y ella desconoce este idioma. Los hechos sucedieron
en la posta de Colquepata. “Una enfermera me dijo que firme un papel, yo
no entendía el papel, pensé que era para atender a mi bebé de siete
meses que lo había llevado para su control. Luego la enfermera sale y me dice que
si no quiero ligarme iría a la cárcel… Traté de escapar, pero no me dejaron”,
declaró.
Los testimonios lo dicen
todo. El Ministerio Público solo tiene que actuar conforme a ley.
Esto es solo una parte
del reportaje de investigación de La República: Secuelas Perpetuas, que podrá
encontrar en nuestra página web.
Crimen impune
- Durante varias semanas La República recorrió comunidades
shipibo-conibo de Ucayali y quechuas del Cusco. Y entrevistó a más de 50
mujeres que fueron esterilizadas, en algunos casos, violentamente, bajo
engaños, chantajes y siempre en contra de su voluntad.
- El caso está en manos del fiscal superior Luis Landa, quien
decidirá si abre investigación, denuncia a los responsables o archiva el
caso.
Fotos
1 “Dijeron
que era una consulta”. A Dina Pangosa le prometieron un chequeo. La
esterilizaron.
2 “Me
amarraron las manos”. Damiana Huallpayunca y su esposo fueron amenazados para
ligarla luego que diera a luz.
3 El
Ministerio Público hasta el día de hoy no ha recogido los testimonios de las
mujeres de la etnia shipibo-conibo, en Ucayali, que fueron esterilizadas bajo
engaños.
4 “No
sé leer”. Ernestina Mamani fue obligada a firmar un papel que ella no entendía.
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